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Confesiones de una madre desesperada.

Si…lo reconozco, estoy desesperada, agobiada, aburrida, impotente… Adoro a mi hijo pero ya no se que hacer. Me siento culpable, responsable de esta desesperada situación y eso todavía me hace sentir peor.

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¿Cómo hemos llegado a este punto? Os pondré en  antecedentes. Yo, madre primeriza, seguí al pie de la letra las indicaciones del pediatra. No me salte ni una de las instrucciones de esa famosa hoja de la introducción de alimentos. Tenía miedo a que si no lo hacia así pudiera provocarle alergias alimenticias a mi niño. Cuanto lo lamento!!! Cuanto me arrepiento!!!

Maté la curiosidad de mi hijo por la comida no dejándolo probar aquello que quería porque todavía era pronto según la dichosa hoja. No le di trozos porque… Y si se atragantaba… Y si su estómago no estaba preparado todavía para el alimento que deseaba…

Fueron pasando los meses y los años comiendo comida triturada hasta este preciso momento, en el que ya harta de pucheros y batidora y de que él por si mismo rechace todo tipo de comida distinta a ésta, en que hemos decidido cambiar de tercio. Lo estamos intentando con premios, con motivación pero con pocos resultados. Tras dos semanas barajo la posibilidad de rendición.

Porque decidme… ¿No es desesperante tardar más de hora y media para comer o cenar y no conseguir que se coma tan solo un lenguado? ¿O que este tres horas con la boca llena sin tragar? Claro después de dejar desintegrarse la comida en la boca, debe ser desagradable tragarla pero… ¿Qué puedo hacer yo, simple mala madre mortal sin poderes mágicos para hacer masticar y tragar algo exquisito al queridísimo hijo?

¿Debería rendirme? No puedo llorar más viendo como mi hijo se pasa los días sin comer, como se pone triste cuando llega la hora maldita. Culpable doblemente porque no come sólidos y por estar tan preocupada por lo primero que no disfruto de él. ¿Volveremos a los potitos y a los purés? Me consolaré con unas palabras de la gran Miriam Tirado«nada es para siempre, el nunca no dura eternamente» y esperaré ansiosa a que mi niño decida probar la rica y variada comida que hay detrás de los triturados. Dejaré que siga su ritmo porque esto no es vida para ninguno de los dos. Eso si, hay algo que tengo muy claro…

Si pudiera enmendar mi error desterraría la batidora de mi casa y me sumergiría en el baby led weaning. Prometo hacerlo si voy a por el segundo, sois testigos para que nadie me haga cambiar de opinión. Si todavía no habéis llegado a la introducción de alimentos os recomiendo leer este post sobre el baby led weaning.

Bea
Mamis 2.0